jueves, 30 de julio de 2015

ALPINOS

Dedico esta entrada a una especie de ave paseriforme, altamente especializada en su hábitat, el gorrión alpino (Montifringilla nivalis).
Este robusto pájaro tiene el límite suroccidental de su distribución mundial en nuestro país. Con una distribución Euroásiatica, que aparece de forma restringida y fragmentaria, en los más altos macizos montañosos, como la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, los Alpes, los Balcanes, los Carpatos, el Cáucaso y el Himalaya.


En la Cordillera Cantábrica la podemos encontrar, durante el periodo de reproducción, ligada a los macizos calizos, en unos paisajes espectaculares, siempre por encima de los 1800 metros de altitud.




Amanece en las cumbres, hogar de estas especializadas aves.

A partir de finales de mayo buscan algún hueco o fisura de un farallón rocoso, normalmente a considerable altura del suelo. Para construir su nido, constituido a base de hierba seca, la tarea corre a cargo de la hembra. La cual pondrá de tres a seis huevos, que serán incubados por ella durante unas dos semanas.

Macizo calizo, en donde ubicaron su nido, esta pareja de alpinos.



A la derecha un miembro de la pareja, es observado por otro especialista de la alta montaña, un acentor alpino (Prunella collaris), situado en la misma arista, más a la izquierda.

Los pollos son cebados por ambos progenitores, durante unas tres semanas. Tras las cuales abandonaran el nido, permaneciendo aún un tiempo más, en compañía de sus padres. Suele existir una segunda puesta, nada más concluir la crianza de la primera pollada, o incluso antes, si se dan unas condiciones óptimas.

Un pollo volantón cerca del nido.

Progenitor con ceba.

En la época reproductiva van en parejas, pero el resto del tiempo son gregarios, llegando a formar numerosas bandadas. 

La hembra, con el pico lleno de insectos y anélidos, posada antes de acudir a cebar a sus pollos.

Su alimentación en primavera y verano, consta principalmente de insectos, arañas y gusanos (anélidos). Que captura en el pasto, entre las rocas y en los neveros, aunque también come en esta época semillas y frutos de diversas plantas alpinas y algo de hierba. En invierno al descender de cota empujado por la nieve, busca semillas y piñones en el límite de los bosques alpinos.

El macho.


Es un ave, catalogada como “De interés especial”, en El Catálogo Nacional de especies Amenazadas. Cuenta en la C. Cantábrica con unas 1.500 parejas, según los datos de los últimos censos, pero la tendencia poblacional, no está clara. Aunque casi toda su área de distribución, se encuentra, básicamente dentro de zonas con algún perfil de protección, aparecen varios factores que amenazan a esta especie.


Cabe citar la intensa explotación ganadera en algunos lugares de alta montaña, donde cría esta especie, que reduce sus fuentes de alimentación  durante la reproducción en los pastizales alpinos Junto con el aumento de las temperaturas, ligadas al cambio climático, que modifica la estructura vegetal de la alta montaña y reduce cada vez más los neveros, sumamente importantes, por ser una recurrente despensa de insectos para la alimentación de estas aves alpinas.

El entorno es de gran belleza.

Un cernícalo sobrevuela el collado,


Pared caliza, donde pude ver, a otra de las aves rupícolas, más ligadas al hábitat altimontano: una pareja de Treparriscos (Tichodroma muraria)


Una pareja de chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax), posadas en la peña

Y debajo, aunque muy lejos para fotografiar, debido a su pequeño tamaño, un Treparriscos

Y la pareja, evolucionando por la pared.

Más allá, siguiendo la cuerda de cumbres...

Un grupo de rebecos se refugian a la sombra de este roquedo, situado ladera abajo,

Ya que avanzado el día, el sol aprieta en la alta montaña en verano,

UNA VEZ LEÍDOS LOS TEXTOS RECOMIENDO CLIKCAR SOBRE LAS FOTOGRAFIAS 

PARA PODER VERLAS SOBRE FONDO NEGRO Y  MAYOR TAMAÑO


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